Algo más seria... así hacía yo tiempo en la estación |
Hoy toca relato con un toque de ciencia ficción. Así, porque los astros lo han querido. Como la mayoría de los domingos, hacia las 19:30 de la tarde he salido de mi casa familiar de camino a la estación para volver a Valencia. Tras varias ocasiones en las que llegaba muy pronto a la estación, cada vez he ido retrasando mi salida un poco. Hoy he perdido el tren.
Literalmente, por menos de un minuto. Intuyo que ha sido porque últimamente camino más lento. Hasta hace muy poco, yo no paseaba ni acudía a los sitios pausadamente. Tenía un punto de salida A y un punto de llegada B y la necesidad de recorrer la distancia entre los dos puntos en el menor tiempo posible. Pero esta etapa de sosiego estival me ha afectado. Es como si mis piernas hubiesen tomado el control...
El caso es que he perdido el tren. Y tenía 40 minutos de no-sé-muy-bien-qué-hacer por delante. Afortunadamente, tenía un libro por estrenar en la bolsa. Y había un banco en la sombra. Al mirar el monte al horizonte y sentir los últimos rayos de sol en los pies...sorprendentemente no me ha importando tanto tener que esperar al próximo tren.
Así estaba yo, tranquila, con mis gafas de sol, disfrutando del banco para mí sola y de mi lectura. Apenas 5 minutos después, un chico joven se ha sacado un billete de la máquina que estaba justo al lado del banco. Apenas le he mirado y no se me da muy bien calcular edades pero yo diría que tendría entre los 16-18 años. Vestía de blanco y llevaba gorra. Me ha recordado a los chicos de mi instituto. (Pequeño inciso: fui al instituto en un pueblo de unos 21.000 habitantes). De esos que en verano pasan mucho tiempo en la calle. Generalmente con moto. Que se ponen muy morenos de pasar horas y horas en la piscina. Con un pronto de buenazo, aunque a veces algo macarras.
Mi primera reacción ha sido de alerta. No sabía por dónde podría salir. Su reacción me ha cautivado. Yo creo que esto es como cuando mi madre me decía al encontrar una araña: no reacciones así (de mal) porque tú asustas más a la araña que ella a ti. Pues eso. En lugar de sentarse en el banco (había mucho sitio vacío) se ha puesto de pie a esperar. Reconozco que todo podrá haber sido fruto de mi imaginación. Pero es mi relato y puedo permitírmelo. Me ha parecido que este chico ha querido "respetar" mi espacio. Ahí estaba yo, con vaqueros, camiseta y sandalias. Leyendo un libro. Tenía un aspecto y una actitud... ¿angelical? ¿pacífica? ¿inofensiva? ¿delicada? Estábamos solos en medio de la nada y así, como un chico formal, me ha dejado el banco para mí sola. Al cabo de un rato me ha apetecido decirle que podía sentarse... me sabía mal.
Ahora éramos dos en el banco |
Quizás estos pensamientos míos se hayan reflejado en mi lenguaje no corporal. O quizás se hubiera cansado. Pasado un rato, se ha sentado en el banco. Y me ha preguntado a qué hora pasaba el siguiente. "Saldrá a las 20:28, los dos lo hemos perdido por poco". Me ha sonreído y cada uno ha seguido a lo suyo.
Estos últimos días pensaba en el pasado: en el instituto, en cómo elegí la carrera universitaria... Justo ayer, investigando qué había guardado en los altillos de los armarios encontré dos orlas: la de la Universidad y la del instituto. La primera no me sorprendió. Sabía que estaba allí. La segunda fue toda una sorpresa. No recordaba mi foto. Me encontré guapa, con 15 años. Y vi lo jovenets que estábamos todos.
Sentirse adolescente con (casi) 30 |
Sentada junto a este chico he sentido como volver a estos 15 años. Me he sentido como esa ingenua e insegura quinceañera. Una muy buena estudiante que sentía que no encajaba en los "perfiles" establecidos (la guapa, la de familia pudiente, la lista...). Con eccema en el cuello y en los codos. Siempre iba muy a lo mio pero era parte de la clase y todos me tenían afecto. Hoy he recordado que me sentía bastante patito feo. Y que en secreto me moría por ser de las chicas populares para gustar a chicos como el que en este momento estaba sentado a mi lado. De nada valía la visión que intentaban inculcarme mis padres, ni tampoco los mensajes políticamente correctos de las películas del tipo Mean Girls.
Y hoy... pues hoy me he visto a mí misma, unos 15 años después de acabar el instituto. Y me ha entrado risa. Me he sentido cómoda y guapa, segura de mí misma. Con mi libro. Sin ninguna necesidad de gustar al "chico guapo de la manada". Me he sentido con aplomo. A gusto con mi estilo personal que, seamos claro, nada tiene que ver con una chica que sería popular. La antítesis de Naomi en el episodio Caída en picado (Nosedive) de Black Mirror.
En aquella época fue cuando elegí qué carrera estudiar... sigue en la siguiente entrada.
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