miércoles, 19 de julio de 2017

De izquierdas o de derechas, de los buenos o de los malos (Tesis IV)

En mis visitas he tenido la oportunidad de relacionarme con parlamentarios de todos los partidos políticos: de izquierdas y de derechas, tradicionales y nuevos. Y en todos he encontrado gente razonable, amable y respetuosa. Es más, en todos he encontrado gente con ideas interesantes… no siempre contradictorias. Sinceramente, esto me hace muy difícil afirmar que soy de un partido.


Me resulta complicado definirme ideológicamente. (Emplazo al lector a leer mi autodescripción en el apartado "Sobre mí"). Por ello me cuesta bastante “casarme” con un partido concreto. Me fijo más en las formas, en la capacidad de diálogo de sus miembros y, sobre todo, en cómo describen a sus oponentes políticos. Puedes estar en desacuerdo con una idea. Una idea puede desatar tu ira y enfado, pero de nada servirá odiar o tratar irrespetuosamente al representante de esa idea. Como dice Scilla Elworthy, utiliza esa ira como combustible para alimentar tu fuerza pero no la dirijas a tu interlocutor porque esto sólo servirá para bloquear cualquier avance. 

Mi (limitada) experiencia me ha llevado a encontrar personas capaces y con vocación pública en todos los partidos. De nuevo, las “anclas” que perdurarán como recuerdo e impedirán que olvide esto son las caras y testimonios de los parlamentarios. Por ejemplo, alguien de Podemos me causó buena impresión. Le entrevisté antes de la hora de comer y me explicó que a continuación iba a tratar de arreglar ante las autoridades la situación de una persona a la que el propietario de una empresa que había recibido ayudas públicas había mantenido en una situación de semi-esclavitud. Es más, el propietario de dicha empresa estaba vinculado al partido que tradicionalmente gobernaba en esa región. En aquel momento, de un modo lineal y sin mucha dificultad gracias a la opinión publicada, asigné etiquetas: Podemos son los buenos, el otro partido tradicional son los malos. Sin embargo, esa misma tarde tuve la oportunidad de entrevistar largamente a una joven parlamentaria de ese otro partido. Me describió cómo empezó. Era de un pueblo muy pequeño en el que nadie quería presentarse. Ella lo hizo y se ocupó de lo público, dando lo mejor de ella. Haciendo muchos malabarismos respecto a lo económico y sin mucho reconocimiento público. Más bien al contrario, cada vez más se encontraba con gente que la descalificaba por ocupar un cargo público sin ni siquiera conocerla. Me explicó que era su primer año en el parlamento. Y que se daba cuenta de lo mucho que tenía que aprender. Que tenía compañeros más veteranos que la apoyaban y que ella admiraba. Me alegro mucho de haber tenido la oportunidad de haber entrevistado a esta joven parlamentaria. Me recordó que nunca es positivo ni preciso generalizar. Y que (en general) no existen partidos políticos buenos ni malos.








 Esta joven parlamentaria y este miembro de Podemos, conjuntamente, cada uno a su manera, lograrán que la gente de esta región esté bien representada.
        




Y mi comentario final: la tesis doctoral contiene 474 páginas que abarcan discusiones teóricas, correlaciones y regresiones estadísticas con la finalidad de explicar la representación política en nuestro país. Sin embargo, en gran medida siento que las conclusiones de ese librito rojo con letras doradas no son la gran aportación de este doctorado. El resultado no está escrito en la tesis doctoral, sino que se ha ido incorporando poco a poco a la personalidad de la doctoranda para dar lugar a la doctora. Todo este tiempo he podido comparar datos, escuchar a parlamentarios, viajar por las distintas regiones españolas. Lo que puedo ofrecer ahora no sólo son datos significativos estadísticamente, sino unas pocas ideas conciliadoras para un ámbito ampliamente vapuleado

¡Hasta la vista! 😉





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