INTRODUCCIÓN
Desde que era niña, de tanto en
tanto aprovecho ciertos momentos de sosiego para detenerme y escuchar cómo me
late el corazón. Todavía hoy me parece un pequeño milagro. Dejando volar mi
imaginación, pensaba que siempre hay un motivo para que un corazón lata. Todos
somos únicos y tenemos algo específico que aportar. Si te late el corazón, es
que aún te queda camino para recorrer. Un camino propio.